"Arturo y Clementina".
Los cuentacuentos: José Mariano, Jose Ramón y Jesús. Los tres son antiguos alumnos míos y niños muy especiales. ¡Me siento tan orgullosa de ver cómo leen...!
Han ensayado mucho. El cuento era muy largo y muy duro.
La Patrulla Bibliotecaria durante los recreos para este mes ha estado compuesta por : Sofia, Pablo y Fernando.
¡Muchas gracias chicos por hacer tanto ruido !
Cuando Arturo y Clementina se conocieron , se enamoraron de inmediato y decidieron casarse. Clementina tenía muchos sueños y gran parte de estos quiso entonces realizarlos junto a Arturo, en especial viajar y conocer el mundo…. Ahhh, soñaba con Venecia. Pero Arturo, quien en un principio solo le entregaba un disimulado "sí" en una sonrisa, una vez casados decidió que no era necesario que Clementina viajara a ningún lado, que con que se quedara en casa bastaba, que él saldría y la abastecería de todo lo que necesitara.
Pero pasaron los días y algo no le cuadraba a Clementina en su nueva
vida. Ella no quería quedarse en casa todo el día esperando a que
llegara Arturo, ella quería estar con Arturo y compartir con él. Ahora,
si eso no se podía, al menos pensaba en usar su día en algún pasatiempo
que le enriqueciera la vida como pintar o tocar la flauta. Pero Arturo
no creía que ella fuera capaz de esas cosas, la encontraba tonta,
aburrida y muy despistada. Pero la quería, por eso le traía todos los
días un regalo distinto: un gramófono para que oyera música, un cuadro
para que viera una pintura, un jarrón de Murano para que imaginara que
viajaba por Venecia y todo esto lo iba atando con mucho cuidado al
caparazón de Clementina.
La pobre Clementina veía crecer una torre de los objetos más diversos
y curiosos sobre su espalda, pero nada de esto la hacía feliz y el peso
se le hacía cada día más insoportable. Hasta que llegó el día que
decidió salirse del caparazón y caminar así, liviana y sin equipaje,
recobrando de esta manera un poco de alegría y de su propia vida. Arturo
no comprendía y miraba con sospecha el nuevo ánimo de su esposa. Muy
pronto llegó el día en que Arturo volvió a su casa por la tarde y no
encontró a Clementina por ningún lado. La tortuga se había ido… es
probable que a viajar, tocar la flauta o pintar un cuadro. Hasta el día
de hoy Arturo no comprende por qué su esposa se fue de su lado y
ciertamente indignado comenta: "Era realmente ingrata, aquella
Clementina; no le faltaba nada: veinticinco pisos tenía su casa, repleta
de tesoros".
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Os esperamos para la próxima entrega de Viernes de cuento...Habrá sorpresas.
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